Por: Redacción Sabores de Argentina
Cada vez más argentinos eligen despedir el año en destinos con paisajes impactantes, donde el entorno natural se integra al ritual del brindis. Según registros de Plataforma10, las búsquedas para fin de año se concentran en lugares que combinan naturaleza, calma y experiencias auténticas, por encima del lujo tradicional.
Lagos espejados, médanos infinitos y montañas recortadas al atardecer redefinen la forma de celebrar el 31 de diciembre y marcan una tendencia que también dialoga con la gastronomía regional y los vinos locales.
Pinamar Norte, Mar de las Pampas y Costa Esmeralda encabezan la demanda. Sus playas amplias, médanos altos y estética rústica se convierten en el escenario ideal para un Año Nuevo más relajado, con cenas caseras, fuegos al aire libre y brindis frente al mar.
Es una elección frecuente para familias y grupos jóvenes que buscan privacidad, amaneceres sobre el océano y una experiencia sensorial donde el sonido del mar acompaña la mesa.

La costa combina naturaleza y celebraciones informales
El Valle de Calamuchita, Mina Clavero y Villa General Belgrano viven un auge sostenido. Cabañas y hosterías sumaron terrazas panorámicas, decks elevados y fogones, ideales para despedir el año entre montañas y sabores regionales.
La propuesta se completa con cervezas artesanales, cocina centroeuropea y platos serranos, en un entorno donde el paisaje se vuelve parte del menú.
La provincia emerge como una de las sorpresas del verano. Merlo, Potrero de los Funes y el corredor serrano central apuestan al llamado “turismo de cielo abierto”, con cielos limpios y baja contaminación lumínica.
Aquí, el brindis se hace bajo las estrellas, en celebraciones silenciosas y contemplativas, acompañadas por productos regionales y una conexión directa con la naturaleza.
Con el Lago Lácar como protagonista, San Martín de los Andes se consolida como uno de los destinos más inspiradores. Bosques, montañas y reflejos rosados al atardecer crean una atmósfera única, ideal para cenas especiales y brindis junto al agua.
Las excursiones del 31, miradores naturales y la calma patagónica impulsan la demanda, sumando valor a la experiencia gastronómica y al disfrute del vino en un entorno inolvidable.
Detrás del fenómeno se combinan nuevos hábitos y emociones: la búsqueda de un cierre de año en calma, el peso de las experiencias visuales compartibles, y la idea de que una buena vista vale más que el lujo. El crecimiento del turismo interno y el acceso al transporte terrestre facilitan descubrir destinos que hoy marcan el pulso del verano.
Brindar frente a un lago, desde un mirador serrano o sobre un médano se transforma así en un nuevo ritual, donde el paisaje, la gastronomía y el vino sellan el comienzo del 2026.