Por: Redacción Sabores de Argentina

Fundada en 1901 en Mendoza por Leoncio Arizu, la bodega Luigi Bosca ha sabido mantener viva una tradición de más de un siglo, transformándose en símbolo del vino argentino en el mundo. Este año, la reconocida revista estadounidense Wine Enthusiast la distinguió como “Mejor Bodega del Nuevo Mundo” en los Wine Star Awards 2025, uno de los reconocimientos más prestigiosos de la industria.

La distinción celebra una trayectoria marcada por la búsqueda de la excelencia, la innovación constante y la capacidad para transmitir, a través de cada vino, la identidad de un territorio. La familia Arizu, hoy en su cuarta generación, ha sabido sostener los valores que dieron origen a la casa: pasión, trabajo y respeto por la tierra.

De Mendoza al mundo

Desde sus orígenes, Luigi Bosca interpretó el paisaje mendocino con una mirada pionera. Su estilo se apoya en cuatro pilares fundamentales: naturaleza, artesanía, ciencia e instinto. Esta combinación, sumada a un conocimiento profundo del terruño, permitió elaborar vinos de alta gama que hoy se exportan a más de 60 países.

Para Wine Enthusiast, la bodega representa “un siglo de vinificación de lujo, Malbecs de alta calidad y excelencia mendocina”. Con esta distinción, se consagra como una de las grandes embajadoras del vino argentino a nivel internacional.

Finca El Paraiso

El valor de una herencia

Al recibir la noticia, Alberto Arizu (h) destacó que el galardón “celebra más de un siglo de historia buscando la excelencia, interpretando la tierra e innovando sin perder la esencia”. En sus palabras, la distinción es también “un homenaje al legado de quienes construyeron la vitivinicultura argentina”.

A lo largo de 125 años, Luigi Bosca acompañó la evolución del sector, adaptándose a los cambios tecnológicos y culturales sin renunciar a su espíritu artesanal. Su nombre se asocia hoy con la elegancia y la autenticidad del vino mendocino, pero también con la visión de una familia que supo proyectar al mundo lo mejor de su tierra.

“Este premio –concluye Arizu– no solo nos honra a nosotros; es un reconocimiento para todos los que creen en el potencial del vino argentino y en la fuerza de su historia”.